Recientemente fui por cuarta ocasión al cerro de la Campana. La primera vez fue fascinante, porque jamás había subido a un cerro, ya que de donde vengo en la ciudad no hay cerros, sino fuera de la ciudad. Y traté de no ver cosas malas, sólo disfrutar el paseo y la vista que tanto me habían hablado. Pero después de unos años…ya no es tan divertido, ni tan placentero y las razones son las siguientes.