{ The Heartache Can Wait }


Cuando era niña me era difícil esperar que llegara Navidad, y creo
que se imaginan bien. LOS REGALOS.


Desde que tengo uso de razón mi tía paterna siempre llegaba con
dos bolsas enormes llenas de juguetes.


Y mi hermana y yo, super contentas, recuerdo al changuito que
caminaba, o los suéter enormes de los 90’s.


También las muñecas que parecían de porcelana, pero que sí
se podía jugar con ellas.


Y los varias vestiduras que usaríamos a lo largo de todo el año,
hasta la próxima Navidad, para luego volver a estrenar.

Pero un día llegó la crisis del ’94 y muchos negocios, entre ellos el
de mis padres se vino poco a poco a la quiebra.


Fue un año de cambiar en todos los aspectos. Para empezar mi tía
ya no podría cumplir su ejercicio de Santa ese año.


Y ya no habría una reunión familiar enorme y con lujos.
Pero lo que importaba es que estaríamos nuestra familia unidos.

Ya no hubo regalos, de los materiales a cantidades exorbitantes.
Y claro, que uno como niño-preteen, no puede olvidar las Navidades
anteriores.
Pero esta sería diferente.


Y fue tal mi sorpresa que sí nos amaneció algo literalmente bajo
la almohada. Pero que no esperábamos recibir.


Cada quien recibió un juego de estenciles.
Yo estaba super loca de alegría. Toda la mañana me la viví
haciendo nuevas figuras e inventando lugares de vivienda.


Ese año me dí cuenta que no era la cantidad de regalos
la felicidad de un niño, sino la calidad del regalo.
Aquel que ayude a su desarrollo intelectual, artístico y emocional.


¿Qué tipos de regalos recibían ustedes? Les gustaba.

artemis
(impressionen images)

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