Cuando estaba pequeña me encantaba la historia del cuento de hadas, ser la princesa de la historia y todas aquellas fantasías que una tiene cuando ve y lee demasiadas relatos donde la chica sufre pero siempre al final es feliz con el príncipe azul.
Después fui leyendo otro tipo de historias, atendía más bodas que de costumbre y una que otra vez mi padre pasó el auto por encima de mis pies de 11 años por andar apurados, pero ahí estábamos, cumpliendo como se debe.
Y así fue pasando el tiempo hasta que a la edad de 15 años no quise fiesta, lo único que quería era una noche más de tranquilidad porque me había desvelado la semana antes de mi cumpleaños en los finales del primer semestre de preparatoria. Y ahí empezó mi pérdida de fascinación por las bodas grandes, aquellas donde hay más de 15 invitados.
Mis dos graduaciones de adolescente las atendí muy a fuerzas ya que yo no me sentía cómoda con los compañeros de mi edad, yo sólo quería estar en casa leyendo un libro y comiendo galletitas y esa era mi forma de festejar mis metas como estudiante al final de un ciclo.
Y una vez creí que para evitar tooodas las ceremonias que tendría en adelante simple y sencillamente era “fugarme” un día, cuanto antes…a una biblioteca o parques.
Pero siempre había algo que me picaba en las manos o se me prendía el foco cuando alguien me buscaba para que le aconsejara en decoración y ahí empezó a nacer ese amor o pasión por no dejar a un lado, eso femenino y joven que llevaba dentro.
Ya no le hice tanto “fuchi” a las bodas, y ya no las veo como si fueran las ceremonias algo pavoroso, pero sigo con que si algún día me llego a casar, será algo pequeño, sin tanto “tirar la casa por la ventana”, porque la verdad, no soy tan fiestera. Me aburro rápidamente a menos que haya algo que me motive a que la fiesta siga, supongo que cuando me contratan y hago lo mejor para que mis clientes se sientan felices ese día y los días que le siguen y que tengan un hermoso recuerdo de ese evento.
Y bueno, al punto que quiero llegar es que mi perspectiva respecto a todo lo que tiene que ver con la ceremonia en sí ha cambiado, pero aun sigue en existencia en que parejas de novios decidan casarse sin la compañía de sus seres queridos y, por muchas razones:
Las razones más comunes para una “boda rápida” o “fugaz” (como contrariamente una pareja decidida a casarse estimulados por el momento) son:
1) Dinero. 2) Problemas entre las familias de los novios. 3) Incomodidad con ser el centro de atención. 4) Necesidad de apurarse (debido a un embarazo no planeado o problemas mayores). 5) Sentir que las bodas no tienen significado alguno. 6) ¿Mencioné el dinero?
Todas las razones anteriores son válidas y comprensibles, pero déjeme ofrecerles una perspectiva diferente. Aquí están las cinco razones por las cuales no deben huir celebrar un matrimonio:
1) Planear una boda es una herramienta práctica.
Todas las lecciones que una pareja de novios aprende al planear una boda juntos también se aplican a la vida de casados. ¿Cómo toman decisiones juntos? ¿Cómo manejan diferentes puntos de vistas? ¿Qué rol sus padres juegan en sus finanzas, sus decisiones, sus vidas? Todos estos temas siempre saldrán a la luz una y otra vez, ya sea cuando compren una casa, quieran tener un hijo, hacer decisiones de carrera profesional y de seguro de salud.
Pero si tienes preguntas sobre qué hacer cuando tienes un problema debido a que tu novio tiene una opinión diferente a la tuya, entonces se puede ver desde fuera que la boda sólo es una situación, y no el problema en sí.
2) Te la mereces.
Yo soy la última persona en alentar a alguien a jugar la carta de la princesa, pero aquí está el punto: muchas veces, las personas deciden fugarse porque no quieren molestar a nadie. Para algunos de nosotros, ser el centro de atención es una idea espantosa. Entiendo eso perfectamente, pero a menos que seas Angelina Jolie, existen muy pocas veces en tu vida cuando te dan el trato de una estrella. Si estás pensando en iniciar una familia, créeme que estos momentos serán aun más pocos! Cuando estás planeando una boda tú te enfocas en tí misma. No tienes que hacer cualquier cosa que te haga sentir incómoda, pero ¿por qué no dejarte brillar ese día?
3) Tu matrimonio se lo merece.
Algunas personas se estresan mucho en la boda que olvidan qué es realmente importante, el matrimonio. Acordar en casarse con alguien es un momento importante que cambia tu vida drásticamente. No deberías hacerlo a un lado pensando que no tiene importancia.
4) No todo es acerca de tí.
¿Recuerdas el último chico que te mandó a volar? ¿Recuerdas a la amiga que se sentó y te escuchó llorar por semanas hasta que cesaste? Entonces, ¿estás dispuesta a que te ayude cuando estás triste, pero no le darás alegría al verte feliz? Siiii, un matrimonio es entre dos personas, pero también es acerca de la unión de dos familias. Tú familia y los amigos tienen un derecho a ayudarte a celebrar.
5) No los dejes ganar.
Trabajo de freelance como consultora de diseño de interiores, asesora de bodas, modista, etc…pero aún creo que la gente se va un poco lejos con la planificación de la boda. Esculturas de hielo, novios llegando en un carruaje con caballos blancos, sólo porque tú no quieres todo eso, no significa que no puedas o debas tener una boda. No rechaces la idea de una boda sólo porque no quieres tener SU tipo de boda. He estado en bodas con cenas de “traje”, bodas en el patio de la casa, bodas de viaje (por ejemplo, si planeas tu boda en San Carlos), y bodas hechas en hoteles. Todas, completamente todas han sido bellas y sentimentales.
Tienes que hacer (junto con tu novio), lo que creas que sea lo mejor para tí (ustedes), pero trata y espera darle un toque distintivo a tu boda.