Papá no sólo trajo un gato nuevo para la familia, sino que también llegaron unos lindos pollitos amarillos.
Me encanta salir al jardín trasero y jugar con ellos, ya saben, correteando y queriendo tomar uno con las manos. Lo malo de todo es que no he tenido la sensibilidad de preguntarles sus nombres.
Ayer mi papá nos trajo a la casa un peculiar gato, me imagino que tiene unos dos meses, no es muy bonito, ya saben…ese color de cabello que atrae o cosas que uno se fija para determinar una atracción a algo, pero ya lo queremos.
Ahorita, mientras escribo estos rengloncitos, él está llorando, creo. Y siendo sincera, no sé mucho de gatos, más de lo que tendría que saber. Y sólo por el pequeño detalle que no me gustan. Y a pesar de que no me gusta, me da cosita estarlo escuchando implorando por algún familiar de él.
Me dan muchas ganas de regalarle un abrazo para que no esté triste.
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El primer encuentro entre una mascota con su amiga humana es algo que me ha tocado vivir muchas veces. La primera vez que fue con un conejo tenía 12 años, pero lo siento como si fuera sido el mismo día de ayer.
No es que haya sido mi mascota, sino de mi hermana pequeña, pero cuando lo ví me sorprendió. Era gigante y blanco, con unos ojos azules hipnotizantes.
Y la primera vez que nos quedamos sólo es en casa nos entendimos, yo le daba lechuga y él escuchaba mis historias, me veía bailar y hasta jugarle bromas a mi hermana.