Ooh ooh, las reuniones, más si son de familia son casi siempre un desastre. Pero he tenido la oportunidad de organizar unas cuantas y creanme que ha sido un reto.
Las comidas, pues se supone que todos comerán lo mismo, pero hay varios que tienen una dieta especial así que hay que hacer unos ajustes. Siempre hay que convivir y todo empieza bien si tenemos el estómago con comida.
Acomodar a quienes se lleven bien, y quienes no, separalos mucho, por muuuchos espacios, así si volteas al frente verás a las personas que más quieres, aceptemos, en las familias hay de todo.
Aaah, pero que rico comer y escuchar a dos chicas cantar. Música tranquila, no las bandas con música escándalosa.
Si que cuando hay orden, comida y música…las reuniones son bonitas.
Aun en las noches.
¿Cuándo tienen su próxima reunión familiar? ¿Cómo se preparan?
Hoy desperté temprano, de mala gana, porque no tenía mucho entusiasmo de lavar mi ropa. Y con eso de que tenemos un horario cada inquilina para lavar, pues hay que respetar y obedecer las reglas. Así que con las poquitas fuerzas que he acumulado en las pocas horas de sueño me dirijo al cuarto de lavado. Para mi sorpresa, y falta de poner atención olvidé que no está en servicio una de las lavadoras, ooh!
Lo que puedo decir, es que a pesar de ocasiones no hacer las cosas con el gusto que se debería, después de unos momentos como que el susto de que se te hace tarde y cosas por el estilo pasa a segundo termino y le vas tomando afecto a esos detalles. Y después de tres horas de sacar, meter ropa de las lavadoras, es turno a que los invisibles y no tanto ratos de Sol me ayuden a besarla, sí, los besos del Sol secan mi ropa.
He llenado filas de alambres, y no tardan en que una por una de mis prendas sea besada. Mientras, sigo llenando más alambres y mi humor empieza a cambiar….ahora me siento molesta, muy molesta. Se me ha olvidado el sombrero y quiero llorar, no sé si correr en ese instante bajo la sombra que me brinda el techo cercano, pero de hacerlo mi prenda estará a punto de caer por la poca presión del gancho color azul.
Mejor desisto y me aguanto tantito…no he salido mucho al Sol y sé que me hace falta vitamina D, así que un poquito de besitos no me hace daño…espero. Dejo tranquilo a las filas de alambres y voy por refuerzos. Mi super arma contra el cancer, las arrugas y algo de incomodidad. Mi sombrero de ala ancha me acompaña a terminar mi aventura, y ahora él es quien es merecedor de un bronceado, que entre ustedes y yo, no lo necesita.
Salgo, o mejor dicho, entro amenazada por una ola de calor, de ardor y de pánico. Estuve veinte minutos bajo los besos de ese señor Sol, quien a pesar de geñirme el ojo todos los días no ha conseguido que permita este día llevarme a broncear…no, no. Sobre mi cadáver. Tanear para mí es lo peor.
Y con tanta molestia en mis pensamientos, mejor decido enfocarme en pensar cómo podré hacer mi pequeño jardín. Que no sólo lo disfrute yo, sino todas las personas. La comunicación entre mis dentritas se acelera y freno…¡chicas! necesito gasolina, o como diría mi ex compañero de la licenciatura -Galleta, power!.
Por lo pronto, he desayunado, he lavado y vuelto a comer. Ahora necesito pensar cómo hacerle mañana para lavar aun más temprano y evitar que me lastimen los besos del señor coqueto, el señor Sol.