He tenido algunas veces que sobrevivir sin un espejo, y es algo incómodo salir a la calle sin saber cómo anda arreglada exactamente.
Me da tanta risa que prefiero no acordarme más, sino, no podré seguir escribiendo.
No se puede pensar tanto no adquirir estos dos espejos. Me han gustado mucho ya que el metal, bronce, ha sido modelado imitando los palos de madera que podríamos encontrar tirados por el campo, pero que alguien con la creatividad que posee ha hecho una obra de arte.
Despertar con el canto (por supuesto, puede ser imaginario) de los pajaritos e ir a verse uno en el espejo, es como estar en un cuento de hadas. Claro que no creo que vosotros sean las brujas malas del cuento.
Se ve tan sencillo el arco que sostiene el espejo, pero a la vez tan complicado la base que le sostiene que es una mezcla perfecta.
(anthropologie images)