Hoy desperté temprano, de mala gana, porque no tenía mucho entusiasmo de lavar mi ropa. Y con eso de que tenemos un horario cada inquilina para lavar, pues hay que respetar y obedecer las reglas. Así que con las poquitas fuerzas que he acumulado en las pocas horas de sueño me dirijo al cuarto de lavado. Para mi sorpresa, y falta de poner atención olvidé que no está en servicio una de las lavadoras, ooh!
Lo que puedo decir, es que a pesar de ocasiones no hacer las cosas con el gusto que se debería, después de unos momentos como que el susto de que se te hace tarde y cosas por el estilo pasa a segundo termino y le vas tomando afecto a esos detalles. Y después de tres horas de sacar, meter ropa de las lavadoras, es turno a que los invisibles y no tanto ratos de Sol me ayuden a besarla, sí, los besos del Sol secan mi ropa.
He llenado filas de alambres, y no tardan en que una por una de mis prendas sea besada. Mientras, sigo llenando más alambres y mi humor empieza a cambiar….ahora me siento molesta, muy molesta. Se me ha olvidado el sombrero y quiero llorar, no sé si correr en ese instante bajo la sombra que me brinda el techo cercano, pero de hacerlo mi prenda estará a punto de caer por la poca presión del gancho color azul.
Mejor desisto y me aguanto tantito…no he salido mucho al Sol y sé que me hace falta vitamina D, así que un poquito de besitos no me hace daño…espero. Dejo tranquilo a las filas de alambres y voy por refuerzos. Mi super arma contra el cancer, las arrugas y algo de incomodidad. Mi sombrero de ala ancha me acompaña a terminar mi aventura, y ahora él es quien es merecedor de un bronceado, que entre ustedes y yo, no lo necesita.
Salgo, o mejor dicho, entro amenazada por una ola de calor, de ardor y de pánico. Estuve veinte minutos bajo los besos de ese señor Sol, quien a pesar de geñirme el ojo todos los días no ha conseguido que permita este día llevarme a broncear…no, no. Sobre mi cadáver. Tanear para mí es lo peor.
Y con tanta molestia en mis pensamientos, mejor decido enfocarme en pensar cómo podré hacer mi pequeño jardín. Que no sólo lo disfrute yo, sino todas las personas. La comunicación entre mis dentritas se acelera y freno…¡chicas! necesito gasolina, o como diría mi ex compañero de la licenciatura -Galleta, power!.
Por lo pronto, he desayunado, he lavado y vuelto a comer. Ahora necesito pensar cómo hacerle mañana para lavar aun más temprano y evitar que me lastimen los besos del señor coqueto, el señor Sol.
(Tec Petaja images)
Besos de sol… que bonito 🙂
Hola. Supongo que por allá en el norte el sol no besa, más bien muerde un poquito no? jeje. Muy bellas las fotos ¿son tuyas?.
A mi me encanta Ensenada, si es un poco arido, pero supongo que con los recuerdos de mi infancia lo veo idealizado en parte, cuando tengo tiempo de ir a visitar no dejo de ir a los viñedos (la fiesta de la vendimia se pone genial), al malecón, de comer pan ruso y conservas de olivas, de disfrutar el mar, que precisamente en Ensenada es como un “aire acondicionado” que trabaja 24/7. De hecho uno de mis recuerdos favoritos es estar sentada en la sala de la casa de una de mis tias, viendo la terraza llena de flores y al fondo en el horizonte el mar con brillantes destellos azules, la chimenea encendida con leña de manzano (huele delicioso), las ventanas entreabiertas dejan colarse la brisa fria y el sonido de las sirenas del puerto…
Un beso.
Sí Nita, besos, porque no me dejo.
Jajaja, Lilith estás muy en lo cierto. No, las fotos no son mías. Oooh, ¿así que eres de Ensenada? ¿Qué parte de Ensenada o BCN está más floral, con más pastizales? Cuando fui hace dos años quería ir a los viñedos, pero me salió un contratiempo y no pude ir. Lilith ya me antojaste regresar y vivir todo lo que me relatas…qué envidia!