Hace unos días unas estudiantes universitarias me enviaron un mail para pedirme de favor que nos reunieramos en un café y hablaramos sobre algunas inquietudes que tienen sobre su departamento. Estuvimos platicando tranquilamente y a lo último me contrataron para ser sus asesora de decoración. No daré los nombre porque no están acostumbradas a la opinión pública y además si son algo penosas como yo muchas veces lo soy. Pero ellas saben que estoy hablando de lo que pasó con su consentimiento. Les mando muchos saludos y que les vaya bien en sus clases chicas!
Una de las cosas de las que se quejaron y que tomaré de base para hablar en este post es sobre la mala organización de sus escritorios de trabajo. Tenían un desastre y por más que ellas querían hacerlo solas no podían porque siempre están en la escuela y cuando llegan a su hogar están muy cansadas y sólo querían comer y estudiar.
Entonces les dije que para empezar tenían que conseguir un mueblecito sin importar la marca, sino que buscaran un mueble cada una con las indicaciones y si era barato mejor.
A los días habíamos quedado en vernos para ver si lo habian conseguido, pero después de esuchar sus razones me dijeron que mejor me contrataban con todo el servicio, ya que ni tiempo de buscar ese mueble cuando salían por el mandado.
Entonces me fuí a las tiendas conocidad de la ciudad, y busqué y busqué, hasta que encontré un mueble muy parecido al que les muestro entre otras cosas que eran necesarias para que su departamento, totalmente quedara organizado.
Ahora sus vidas después de un semestre y dos meses en clase son más fáciles de llevar porque incluído en el servicio les dí un taller de organización empresarial, ya que nuestra casa y saber llevarla bien es una empresa.
(images from pottery barn)