De niña, mis papás me llevaron a muchos eventos en Navojoa, Sonora. Recuerdo que me gustaba ir a esta ciudad porque tenía un aire de antigüo, y se respiraba mucha tranquilidad.
Conocidos de mis padres les invitaban fines de semana, pero no siempre podían asistir mis papás. Así que cuando había tiempo, en especial en días festivos y libres, nos subían al auto, recorríamos una carretera donde podíamos ver pastos, montañas, y de vez en cuando caminos a otros pueblos del sur de Sonora.
Me gustaba ir a visitar a los amigos de mis padres, muy a pesar de que la mayoría no tenían hijos pequeños como nosotras, pero allá, en lo que a mí me tocó, la gente es muy amable, siempre con una sonrisa en la cara y de buenas intenciones. Por lo que me incómoda que suelan burlarse de los ciudadanos de esa ciudad con adjetivos muy denigrantes.
Ahora, las casas eran super hermosas, no estaban actualizadas al diseño que empezó a irse en poco tiempo en los 90s a lo alto, sino que en esa colonia, en especial, había muchas casas con un aire colonial. Las casas eran grandes, calidas, y con muchos recuerdos grabados en las paredes.
Los hoteles, aunque pequeños, creo que siguen conservando un poco del presente, mezclado en su mayoría con el pasado y con aires anglosajones debido a la llegada e influencia de foráneos que hicieron de esta cudad, su residencia definitiva.
source: knightfrank